El poder de la insolidaridad

In-solidario. Esta palabra esta cargada de significado altamente negativo o peyorativo. ¿Se lo merece?Porque no hablar mejor de SOLIDARIDAD, así en MAYÚSCULAS, es más bonita… Todo es más positivo así.NO.Repito, ¡NO!

Ahora muchos amigos, independentistas, si amigos. Para sorpresa de otros que no lo son y para los mismos que lo son, amigos. Para MI lo son.

Pero no solo va por vosotros. Va también por mis amigos TRABAJADORES. También va por mis amigos conciudadanos, paisanos… no me olvido de los “mercados”, “capitales”… “oligarquías”, “castas”, “élites”… “poderes en la sombra”… Un largo etc de también, seres humanos.

¿Cuanta gente no? David contra el mundo. Pos casi.

Estos días me ronda en la cabeza, y más en el corazón este sentimiento con mis congéneres. Es verdad que existe la solidaridad. Pero no es menos verdad que en los tiempos que corren, brilla por su casi total ausencia.

Una verdad que nadie puede contradecir. Somos unos egoístas sin fin, ponemos por encima lo nuestro sobre lo del otro. CONSTANTEMENTE. Y yo, ¡y yo también! pero ¿por qué? Acaso no seria este un mundo mejor, o una sociedad mejor, o un pueblo o barrio mejor…. O una familia mejor. Si no fuésemos ademas de egoístas(lo sano) tanto o más generosos, o solidarios. Que pudiésemos CONFIAR ABIERTAMENTE, lo digo así, CONFIAR ABIERTAMENTE en el otro ser humano que tenemos al lado. Pero NO, elegimos hoy en el 2013, DESCONFIAR primero, después y durante.

Este sentimiento de estar con el hacha siempre blandida me cansa. ME HASTÍA. Unas me dirán, ¡MADURA! otras: ¡Te entiendo!

¡¿Pero en qué quedamos?!

Creo que la magnitud del problema no nos deja ver lo bueno del todo y la solución en si misma.

Somos una sociedad humana, que no paramos de crecer, de aumentar nuestro conocimiento, nuestra esperanza de vida o capacidad de supervivencia. Pero no somos capaces de ver mas allá de nuestra propia nariz u ombligo, según panza. Y aquí este el puñetero problema.

He aquí la raíz de toda sin razón, violencia, lucha de poder, insensibilidad social, despilfarro de recursos naturales… En nuestra propia incapacidad de ser más conscientes de hay otros seres humanos… y que TU/YO solo somos una criatura más de las millones que pueblan la madre tierra. Que tenemos sentimientos, emociones, miedos, deseos… Deseos de felicidad, de dar la vida, procrear, ayudar al que lo necesita… Cuando así lo consideramos…

El criterio de ayuda, este es otro posible a resolver. ¿Ayudar implica qué? ¿Sé lo merece? ¿por qué se lo merece?… ¿Lo necesita realmente? ¿por qué lo necesita?… ¿Puedo ayudar? ¿Está al alcance de mis posibilidades?

Ganar o perder… ¿qué? DINERO… DIGNIDAD…

La empatia podría ser una gran herramienta, otrora nos ayuda en momentos de supervivencia social… Pero aun más potente es cuándo se usa para ayudar a otro.

El poder que tenemos, que aun no hemos usado. La solidaridad, la confianza social orquestada alrededor de un sistema social con unas reglas de convivencia justas y ajustadas a las creencias, valores y cultura tan diversa como rica en todo el PLANETA. Podría ser la llave a una sociedad y al camino de la felicidad en convivencia pacifica y en respeto. Respeto al ser humano y la civilización plural. Pero tan importante, respetar a la madre naturaleza y a la madre tierra. Pues somos parte y todo de la misma. Y pretender vivir mejor sin tener en cuenta a ella, es un error ilógico e inadmisible con el conocimiento científico que tenemos en la mano hoy.

Pero ahora el poder real, es otro. Realmente es el de la insolidaridad. El del yo primero, después los que YO considere, poquitos que me canso. ¡Y poco más oiga!

Así no, así no iremos muy lejos. Peor no iremos a un lugar deseable, que no imaginable.

David Gámiz Jiménez

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